El mundo editorial (hablamos siempre de la inmensa mayoría de las empresas que lo componen) ha conseguido crear un privilegiado coto que año tras año genera innecesariamente el desembolso de grandes cantidades de dinero por material didáctico que, a nuestro juicio, incurre en:(C) Pablo Ruiz Múzquiz y Álvaro Tejero Cantero, 2004. Puede reproducirse este documento total o parcialmente siempre que se haga de modo literal y preservando esta nota
- Un sobregasto innecesario para muchas familias: el concepto de reciclar material actualizado o de heredar de hermanos mayores ha dejado paso a la necesidad de disponer de la última versión de cada libro, cuya vida útil apenas supera un año lectivo siendo siendo su vida real mucho mayor. Además, estos libros no pueden donarse en campañas de regalo de libros a países desfavorecidos porque no se adecuan a los programas lectivos y se acaban apilando en el cementerio de los libros seminuevos sin que nadie denuncie este sinsentido.
- Un inaceptable apropiamiento particular de conocimientos adquiridos por la suma de siglos y divulgadores: el atropello que supone encontrar que la redacción de la definición de un triángulo isósceles, las leyes de Newton o la altura del pico más lato de tal o cual península están sujetos a un copyright restrictivo ("...se prohíbe la copia total o parcial...") nos resulta cercana a lo canallesco y, sobre todo, a un profundo sentido de "lo que es mío es mío y lo que es de todos también es mío", bajo cuya bandera habría sido imposible evolucionar en tantas áreas del conocimiento. Además, es curioso que entre las diferentes editoriales no se acusen de plagio y de «vulnerar los derechos de autor» pues prácticamente calcan teoremas, desarrollos, tipos de ejercicios ("Un tren que sale de Madrid a 20Km/h...") y datos geográficos y políticos. Creeemos que la figura del profesor y su experiencia se encuentra marginada y que un programa de libros de texto libres permitiría un acceso mucho más flexible y honesto a los requisitos de los planes de estudio, porque los descriptores de las diferentes materias podrían cumplirse igualmente con documentos libres.
- Un círculo vicioso que no tiene apenas como objetivo la mejor formación del alumno sino el enriquecimiento de las editoriales: que es un broche de tinte conceptual pero relevante a la hora de emigrar a un sistema de libros de texto libres. No olvidemos que las empresas editoras se dedican a fabricar bienes de consumo, como podrían ser los automóviles o los frigorícos. Su fin último es cuadrar una cuenta de resultados, no proporcionar el mejor material posible para la educación de los niños. Por supuesto, obedecen a los descriptores del Ministerio de Educación, pero se nutren de cualesquera otras prácticas para lograr las mayores ventas posibles. Un libro de texto libre vale lo que vale su contenido, punto. Si es bueno, se usará. Si es malo, competirá con el resto de publicaciones tradicionales.
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