No sé si Dan Brown lo incluye en su bodrio indocumentado, pero recorrer las calles de Sevilla en bicicleta o en moto es jugarse el cuello: alcantarillas a desnivel, rajas de dilatación y baches donde cabe un niño de tres años.
Hoy venía por la Ronda del Tamarguillo, esa avenida con nombre de bolero, y he estado a punto de caerme varias veces. Hay hasta badenes (obviamente inintencionados). Un chaval no ha tenido tanta suerte. Estaba en el suelo, con la cara destrozada, rodeado de peatones descompuestos, mientras llegaba la ambulancia.
Tercermundista.
Por cierto, hace unos años me caí de la bicicleta por culpa de una junta de alcantarilla y estuve cuatro meses de baja. Al final, el ayuntamiento tuvo que pagar indemnización. Si te pasa algo parecido, no lo dudes: ¡Reclama!