Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa

Se llama Steve Vaugh y lleva recorridos andando más de 3900 kilómetros. Empezó en California y le quedan unos 600 kilómetros hasta el Rockefeller Center, en Nueva York. Hace más de un año, cuando empezó, pesaba 177 kilos. Hoy ya ha bajado 50 y ha dejado de tomar antidepresivos. El viaje le hizo ver hasta qué punto su país esta al servicio de los automóviles y las comidas rápidas.

(Adaptado de la traducción en Clarín del artículo de The Observer)

La suya es una historia triste en la cual una batalla con la depresión y el desastre se expresó a través del exceso en la comida. Se crió en Youngstown, una decadente ciudad siderúrgica de Ohio. Un padrastro malo y una escuela rígida desarrollaron su lado violento. Cuando dejó el cuerpo de marines, tuvo un accidente de auto en el que murieron dos personas. El accidente hundió a Vaught en años de depresión y en comer para consolarse. Se empleó en un taller mecánico en California, se casó y tuvo dos hijos. Y sumó grasa - montones de grasa. Finalmente llegó casi a 190 kilos y tomó conciencia de que si seguía así, moriría.

Pensé: ¿qué desgraciado egoísta hace eso? Morir justo cuando sus hijos lo necesitan. Me estaba matando cobardemente. No tenía agallas para dispararme en la cabeza. Había tenido la fantasía de recorrer Estados Unidos a caballo. Bueno, pensé: ahora yo mismo soy tan grande como un caballo.

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Vaught ya lleva bajados alrededor de 51 kilos. Sigue siendo gordo, pero no le preocupa: Ciento catorce libras es una novia entera, bromeó. Me llevó 20 años llegar a esta situación. Tardaré un poco en salir. Vaught cree que su victoria tiene que ver con su mente, no con su cuerpo.