Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa


Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé.

UNO DE LOS NUESTROS… EL AMIGUISMO EN LA SELECCIÓN DEL PROFESORADO UNIVERSITARIO

Madrid, 26/07/06.- Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos, etc. Para que la Universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde amiguismo y enchufe pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.

En la Universidad los catedráticos deberían ser los máximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace décadas la selección de catedráticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de "padrinazgo", amparado en una estructura de áreas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedráticos (yo voto a tu candidato para que luego tu votes al mío). Como resultado, a los aspirantes les sale más a cuenta buscarse un padrino que buscar la excelencia docente e investigadora. En un tímido intento, la LOU (2002) promovió el Examen Nacional de Habilitación para enmendar esta situación. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qué candidatos pueden llegar a ser catedráticos. El funcionamiento del sistema está defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en él.

Si pretendemos, de una vez por todas, que la selección del profesorado de universidad se realice en función de los criterios de excelencia que caracterizan a una Universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selección estén compuestos por los profesores más idóneos y, por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes.

En el proceso de selección de profesores en cuanto a su capacidad científica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los científicos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista científica se mide por un número llamado índice de impacto. Los editores sólo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los demás tras un complicado proceso de evaluación en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, mas difícil es publicar en ella. Los buenos científicos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen más índice de impacto –obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales –Institute for Scientific Information (ISI) y SCOPUS- permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus páginas web y averiguar la calidad de un científico. En consecuencia, hoy en día, no existe justificación alguna para que una comisión de selección no elija correctamente.

Sin embargo varias comisiones siguen saltándose a la torera todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitación de catedrático de universidad (la nº 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuestión era para un área de conocimiento muy delicada -la Producción Animal-, donde una mala selección puede tener graves consecuencias sobre la salud pública (recordemos las vacas locas, dióxinas, acumulación de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificación y mala praxis en la producción animal). La persona con mayor índice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (curriculum vitae). Sorprendentemente, el candidato mas votado sólo tiene un índice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).

Como por desgracia estas situaciones son mucho más comunes de lo deseable en la selección del profesorado universitario, la pregunta clave es: ¿por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen 3 causas evidentes:

1ª) Falta de rigor en la selección de los miembros de las Comisiones Nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), sólo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un currículo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente esta situación está más extendida de lo razonable: el currículo del presidente de la anterior Comisión Nacional de Habilitación de Producción Animal no es mejor que el del actual. Pero como a todo hay quien gane, la guinda la pone el que va a ser presidente de la próxima Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid). Gana por goleada: 0 artículos, 0 de impacto sumado. Que alguien pueda llegar a catedrático sin haber publicado ni un solo artículo en una revista internacional de impacto, ya es mas que sorprendente, pero que, además, vaya a presidir la siguiente comisión nacional de habilitación indica que algo muy grave está pasando en la Universidad española. Ver más detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnología nº 19, paginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).

2ª) Total impunidad. Como un tribunal no tiene que dar cuentas ni explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso, ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son hábiles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles, etc.) que representa al Estado -y, por tanto, a nosotros- para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.

3ª) Amiguismo sistemático. En la Universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de padrinazgo (mi candidato es fulanito, le debo un favor a menganito …), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad (no da el perfil, no es lo normal en el área…). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la Universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos de empresas competitivas seleccionaría mejor.

Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos separando el grano de la paja para quedarnos con la paja nuestro país perderá el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una Universidad que se corresponda con nuestro nivel socioeconómico, en la que los criterios de excelencia científica y docente destierren a los sistemas de padrinazgo-servidumbre. Recordemos que durante la transición española se demostró que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afrontó una reconversión industrial dolorosa, que afectó a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quizás ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversión en la Universidad, sin duda, difícil, pero necesaria y positiva para todos.

Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigación. CSIC. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales.

Fernando Hiraldo. Profesor de Investigación. CSIC. Director de la Estación Biológica de Doñana. Premio BBVA de Investigación en Biología de la Conservación.

Joaquín Tintoré Subirana Profesor de Investigación. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigación “Alejandro Malaspina” en el área de Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales.

Manuel Toharia. Presidente de la Asociación Española para la Comunicación Científica.

José Antonio Donazar. Profesor de Investigación. CSIC.

Xim Cerdá. Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.

Javier Juste. Ex Vice-director de Investigación. EBD. CSIC.

Antonio Delgado. Estación Experimental del Zaidín. CSIC.

Luis Rull. Catedrático. Universidad de Sevilla.

Juan Martinez Hernández. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Carlos III. Madrid.

José Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense de Madrid

Antonio Rodríguez Artalejo. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid

Eduardo Costas. Catedrático. Universidad Complutense de Madrid

2006-07-28 18:22 | Categoría: | Enlace permanente | Etiquetas: | Y dicen por ahí

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Comentarios

1
De: JJ Fecha: 2006-07-28 18:54

También lo acabo de comentar en Atalaya. Lo suscribo totalmente.



2
De: Teresa Fecha: 2006-07-28 18:55

Como bien dice Biomaxi no confundamos amiguismo con impactitis...



3
De: Zifra Fecha: 2006-07-28 20:00

Yo no lo suscribo totalmente y la crítica de Biomaxi, aunquee parece excelente, aunque tampoco la suscribo totalmente.

Pero hacía falta ya que alguien denunciara este lamentable estado de cosas. el amiguismo existe desde hace muchos años e IMPERA en la Universidad. Y va siendo hora de acabar con él.



4
De: fanshawe Fecha: 2006-07-28 20:02

"No te presentes a la plaza Alberto. Yo te aprecio mucho, eres un tío muy válido y me pareces una mosca cojonera más que saludable que le vendría estupendamente al departamento. Pero entiéndelo, X e Y pasan los días en el departamento, hacen de todo... tal vez no tengan tu nivel, quizás sí... pero sólo puedo elegir un candidato y evidentemente será uno de ellos, ¿entiendes?"

Esto va por todas las esferas, no sólo catedráticos.

Luego me vine a Italia a ser precario.



5
De: Zifra Fecha: 2006-07-28 20:03

De hecho, en nuestrea área (Matemática Aplicada) el índice de impacto nos perjudica a los que investigamos en Matemática Discreta, pues "nuestras" revistan tienen un índice menos que las de Ecuaciones Diferenciales o Análisis Numérico. Pero prefiero eso al amiguismo imperante ahora.



6
De: fanshawe Fecha: 2006-07-28 20:12

Esa es la crítica a la parte de Biomaxi, imagino. ¿Por qué no suscribes el manifiesto? ¿PRecisamente por lo que dice Biomaxi?



7
De: Zifra Fecha: 2006-07-28 20:16

En parte por lo que dice Biomaxi, en parte porque está demasiado centrado en la cátedra.

Básicamente lo apoyo, como tantas otras cosas en las que no estoy completamente de acuerdo, pero que si se aplican mejoran una situación existente.



8
De: Teresa Fecha: 2006-07-28 21:42

Que hay amiguismo, es indudable. Pero en ese tipo de manifiestos, parece que es sólo en la Universidad donde hay amiguismos, cuando esto no es así. Los hay en el CSIC y otros organismos públicos de investigación también. Y sobre, con mucha diferencia, los hay en un montón de oposiciones y pruebas en las administraciones públicas, desde ayuntamientos a gobiernos autónomos, pasando por diputaciones y toda clase de entes públicos.
Como eso no sale a la luz pública, la imagen que se da a la sociedad es que sólo la universidad está llena de enchufados y amigos, cuando no es así.
Ya tenemos bastantes ataques a las universidades públicas, empezando por el propio ministerio que últimamente se luce que da gusto, para encima añadir más leña a ese fuego.
Además, tampoco es infrecuente que algún "damnificado" universitario use esos canales para vengarse de que no le hayan dado a él la plaza, que de estas historias también conozco algunas.



9
De: flexarorion Fecha: 2006-07-29 10:43

Estoy casi totalmente de acuerdo contigo; pero creo que hay un problema grave en Estados Unidos, en Europa y en España: un buen docente no tiene obligatoriamente que se un buen un buen investigador (y por tanto sus artículos y su índice de impacto dicen muy poco sobre su capacidad docente).

La docencia es una cosa y la investigación otra.

Creo que hay que conseguir los mejores DOCENTES y los mejores INVESTIGADORES; pero no liarse y pedir para docentes grandes investigadores y viceversa.

Los docentes enseñan. Y deben ser muy buenos ENSEÑANDO.

Los investigadores investigan y deben ser muy buenos INVESTIGANDO.

Y debe haber cursos de ¿"reciclaje?" donde los INVESTIGADORES se comuniquen, y pongan al día, a los DOCENTES. Pero no pidamos peras al olmo. Las peras las dan los perales y el olmo no la peras.

Grandes investigadores docentes, o viceversa: grandes docentes investigadores; hay muy pocos; se me ocurre Feynman, ¿a alguien se le ocurre otro?

En mi experiencia personal, el sabio más sabio que conozco, el mejor investigador, el genio de los genios, de nombre M XXXXXXX, es nulo dando clases. Él todo lo vé claro. Es incapaz de ponerse en los zapatos de los alumnos... es un gran investigador; es un genio; pero no vale para profesor.

Profesor e investigador son cosas diferentes. No las mezclemos.

Termino con una anécdota.

Estaba yo en la Escuela de XXXX y me encontré con el genio, con M XXXXX, y le pregunté por los alumnos.

-¿Qué tal? ¿Son buenos?
-La verdad es que todos me parecen malísimos. No entienden nada. No saben nada.

¿Debo recordaros que él es un genio que lo entiende todo a la primera, incluso cuando faltan pasos intermedios?

-¿Y qué has hecho, los has suspendido?
-No, les he puesto a todos la misma nota. Un 8. No tienen ni la menor P... Idea de lo que va todo esto... pero como no soy capaz de diferenciar el bueno del malo, les he puesto un 8 a todos.

FIN

Días después, me llamaba y me preguntaba, ¿acabo de leer en una revista una sigla muy rara VLSI, puesdes decirme lo que es?

Bueno, pues eso: mírenlo en Google.



10
De: Mitch Fecha: 2006-07-29 13:00

En general estoy de acuerdo con el fondo principal de todas las críticas aquí vertidas: la del amiguismo del manifiesto, las de la necesidad de distinguir docencia de investigación, y las de la impactitis.

Símplemente me gustaría añadir alguna razón más por la que me parece que los índices de impacto no son una medida exacta de la calidad de un investigador.

Por un lado, los índices de impacto se calculan en base a la cantidad de artículos que citan a uno dado. En principio esto parece buena idea, pero hay que tener en cuenta que un buen artículo no es necesariamente lo mismo que un artículo propenso a ser citado. El mejor ejemplo que se me ocurre es el de los problemas especialmente punteros: ¿quién va a usar un resultado que sólo conocen y comprenden los cinco o diez mejores especialistas en un área? Pues evidentemente muchos menos de los que citan artículos que describen técnicas instrumentales básicas muy usadas.

Pero en cualquier caso el efecto anterior sólo distorsiona el peso de unos pocos artículos muy concretos. Sin embargo la mayor crítica que quiero hacer a los índices de impacto tiene más que ver con la industria editorial en general. Las revistas científicas son publicadas por editoriales que hacen un gran negocio: una suscripción a una de ellas es tan cara que se come una parte nada desdeñable de los presupuestos de las universidades, y eso seleccionando bien a qué revistas se suscribe (lo que en ocasiones se traduce en que no encuentras el artículo que buscas y tienes que recurrir a pedir a algún colega que trabaja en otro centro que te envíe una copia, lo que no siempre es legal). Pero hace unos años, hartos de esta situación, algunos centros han empezado a publicar revistas cuasi libres: disponibles de forma gratuíta on-line y con suscripciones que sólo cuestan los gastos de impresión y envío (y con un sistema de selección que parece a priori incluso mejor que el tradicional, pero esa es otra historia). Estas revistas han ganado prestigio rápidamente, por lo que muchos artículos de muy buena calidad han sido publicados en ellas. Pero ahora viene la gracia: para aparecer en los índices de impacto hay que pagar (y no poco) a la empresa que los elabora. Y evidentemente, estas revistas no pasan por este aro.

Así que tenemos que el índice de impacto ignora algunas de las revistas más prestigiosas. Y parece que la tendencia cada vez va más por este nuevo modelo, por lo que lo esperable es que este problema vaya a más.


En resumen, creo que la única manera fiable de evaluar el nivel de un investigador es que un grupo de especialistas en su área, que conozcan sus trabajos, lo evaluen sin tener en cuenta factores numéricos.



11
De: espia Fecha: 2006-07-30 12:32

A migos que esta pasando, paraser un buen profesor tiene que ser un exelente investigador, para poder trasmitir conosimientos es esencial investigar ejemplo en EE-UU para llegar a catedratico tiene que ser el mejor investigador, o que qreen que en Oxford los profesores no son investigadores. Aprendamos de las Universidades de Elite del Mundo que los catedraticos son los mejores Investigadores copiemos el modelo "no seamos Quijotescos"



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