Mil lobos hambrientos rodeen su casa
una noche fría sin luna en los cielos.
Por haber mentido se quede sin habla.
Sus ojos traidores que se queden ciegos.
Que camine solo como yo camino.
Que vaya vestido de luto hasta el fin.
Que sea tan negro desde hoy su destino
que ya nunca sepa jamás sonreír.
Buscando una fuente que caiga extenuado.
Que seca la encuentre al ir a beber.
Que sólo zarzales vean su mirada.
Ni un arbol encuentre que sombra le dé.
Que un día su mano golpee mi puerta
y que una limosna me pida llorando.
Que sobre una acera nevada y desierta
lo encuentre caído sin nadie a su lado.
Que al verlo se asusten y corran los niños.
Que le ladren los perros. Que nadie lo quiera,
Que ya nunca sepa lo que es un cariño.
Que ya nunca sepa jamás sonreír