Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa

Lo comenté hoy con unos amigos y casi me linchan, siento mucho lo del chaval, pero no lo conocía, ni puedo decir que sea buen jugador no me gusta el fútbol, pero si me da pena que alguien tan joven fallezca.

Un saludo y bien dicho, con dos cojones

Con lo de este jugador se están pasando un montón. Demasiados aspirantes a protagonista en el espectáculo, aunque sólo sea por unos segundos.

No ha cambiado nada, en los circos romanos se rendía pleitesía a los atletas de la espada o el tridente, los griegos los hacían semidioses, de aquellos polvos vienen estos lodos. ¿Se extraña alguien que haya mil veces más gente en un entierro de un muchacho ( en su segunda adolescencia )con todo por hacer aún que en el de un literato consagrado..? Esta es nuestra sociedad. Así nos va.

...me lo acaban de contar y la anécdota es jugosa... el martes a mediodía, se produjo el fallecimiento del futbolista Antonio Puerta (creo que lo sabeis, verdad?) en la UCI del Hospital Virgen del Rocío de sevilla... simultáneamente y en la misma unidad, falleció de muerte (naturalísima) una anciana de 90 años... los profesionales que allí se encontraban, avisaron de inmediato a los servicios de seguridad y a la dirección del hospital del fallecimiento del futbolista, para que gestionaran de inmediato la salida del cadáver desde el edificio del hospital, al recinto donde se preparan los fallecidos, situado en otro edificio... de paso, advirtieron de la duplicidad de cadáveres, con escaso éxito...

la primera en salir de la UCI fué la anciana, recibida en la puerta con vítores y aplausos y envuelto su féretro de inmediato con la bandera sevillista...

Hoy hemos estados hablando de lo aparentemente absurdo que resulta que la gente se entristezca más por la muerte de una persona que por la muerte de un centenar en un terremoto.

Hay una razón para ello, y es que las personas que mueren en África, o en desastres naturales, o en los accidentes de tráfico, son números simplemente.

Podemos imaginar que entre tantas personas habrá alguien que sea como nosotros.

Pero lo de este chico es distinto. Sabemos qué edad tiene, que es deportista, que iba a tener un hijo... Es fácil empatizar con un caso individualizado como éste.

Y eso no nos hace hipócritas, de la misma manera que no somos peores porque nos afecte más el daño a nuestros cercanos que los daños a desconocidos.

Por otra parte, ver morir a un hombre joven, deportista, bien alimentado, controlado médicamente, a pesar de haber tenido medios y profesionales médicos a su disposición al instante, produce un escalofrío en cualquiera, porque nos revela la fragilidad del ser humano.