Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa


Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé.

Las tribulaciones de Lococo

Supongamos que eres escritor. O filósofo, que como es como Nicola Lococo se autodefine. Con ese apellido es fácil, claro, y no lo digo por demérito. Es cierto que hay nombres que imprimen carácter. Si tienes mi apellido, en cambio, empiezas hablando de una cosa y se te va la olla y acabas hablando de otra. A ver si me centro.

Decía que supongamos que eres filósofo. Republicano y antimonárquico. Que tienes unas reales preocupaciones, como puede tenerlas cualquier humano o persona humana. Sólo que las verbalizas y eres capaz de escribir un artículo que comienza así:
Seguro que fue en un momento de gran debilidad y desesperación por una extraña convergencia entre lucidez y autocompadecimiento, cuando, Francisco José I de Austria, en pleno campo de batalla, tras las sonadas y clamorosas derrotas de Magenta y Solfiro, pronunciara la célebre máxima que se le atribuye, aquello de Dios creó seres tan sumamente inútiles y desvalidos, que les hizo nacer Reyes para que pudieran subsistir, pero ello no la hace desmerecer nada, dada la verdad que contiene, aunque posteriormente su propio artífice, más calmado, se hubiere arrepentido de pronunciarla.
Además, vives de escribir y no te va demasiado mal. Eres articulista en un periódico vasco y colaboras con otras publicaciones. Y, claro, siendo filósofo antimonárquico, pues hablas de los reyes, de la monarquía,... en contra, obviamente. Hasta aquí, todo normal. Más o menos.

Un día te llega una extraña noticia. Te sorprende, te indigna. Dicen que el rey mató un oso borracho. Y, como todos, juegas con la polisemia y te preguntas en voz alta, medio en serio, medio en broma, si el que estaba borracho era el rey o el oso. Ya se sabe, cosas de la fama que tienen algunos. Pero después meditas un poco más (eres un filósofo, ¿recuerdas?) y no puedes impedir ponerte manos a la obra y escribir una pieza. Y te la planteas desde el punto de vista del oso. No de un oso cualquiera, del oso más famoso. Un ejercicio de estilo. Vives de escribir, es una actitud lógica, casi inevitable. Y publicas ¡en un diario vasco! las Tribulaciones del Oso Yogui que rematas con estos párrafos:
Pero no te hagas ilusiones ¡Búbú!, no seas iluso. Mientras ande suelto tan soberano irresponsable, tú, yo y todos los de nuestra especie estaremos en peligro. Por ello, ya podemos ir advirtiendo a Ricitos de Oro, para que a su vez, dé el parte a los Tres Ositos, y que éstos pasen la bola al Osito Misha, a Balú, en la India, a Yakie el osito, a Ben, en las Montañas Rocosas, hasta, no estaría de más, que se diera la voz de alarma a los ositos de peluche, incluidos, los de Froilán y toda la cuchipanda, todo sea que el mequetrefe de su abuelo, despechado por no encontrar ejemplares en la fauna, la emprenda a tiro limpio con ellos.

¡Hey! ¡Búbú! No creas que he empleado la expresión «soberano irresponsable» de modo coloquial y arbitrario, ¡muy al contrario!, resulta que este individuo está sancionado por la Constitución española como un auténtico y genuino irresponsable. Es decir, que carece de responsabilidad. Y por consiguiente, haga lo que haga, diga lo que diga, no puede ser juzgado ni llevado ante tribunal alguno, pues Su Majestad, en esto, como en todo lo demás, parece estar por encima de la ley, cuando con idénticos hechos otros ya se encontrarían al margen de ella, o en la cárcel. Y claro está, ¡Bubú! él, sin vergüenza, trapisondista donde los haya, se jacta de sus trofeos obtenidos ora en Tanzania, ora en Tailandia, sin ser tenido por ello como sanguinario turista reincidente. Pues ahí donde lo ves, la tiene tomada con los de nuestra preciada piel. Al menos así lo deduzco yo de otro turbio asunto acaecido allá por la primavera de 2004 en Rumanía, donde también pereció un colega en oscuras y etílicas circunstancias andando el susodicho por medio.

Sin que sirva de precedente, he perdido el apetito ¡Búbú! Será mejor recogernos e invernar antes de tiempo, dando por finalizada la temporada estival. No deseo acabar mi disoluta y feliz existencia de alfombra en la Zarzuela. Según nos vaya entrando el sueño, hagamos por recordar tiempos más propicios, en los que los reyes acababan sus días de cacería, como el visigodo Fabila, hijo de Pelayo, devorado por un ancestro nuestro y de Mitrofan. -
Te insisto en que hasta ahora, todo entra en la normalidad. Más o menos, esto podía pasar en cualquier lado. Sin embargo, ahora comienza el sainete.

Dos meses después de publicar este artículo, el Fiscal General te denuncia junto con dos humoristas que publicaron una viñeta satírica sobre el mismo tema ¡otro día en otro medio!. Bueno, era otro diario vasco, así que lo mismo era una conspiración. O no, quién sabe. Piensas que el fiscal te lo aclarará, que es imposible que no tenga una explicación y cuando te convocan a declarar, acudes a Madrid en autobús (no te pagan el viaje en un furgón de la Benemérita, como a Otegi, aunque casi lo agradeces), te pagas tu nochecita de hotel y te presentas sin abogado a declarar porque
no habías hecho nada malo y era el juez quien debería defenderte de las acusaciones infundadas del fiscal
Bueno, es un poco extraño, pero tampoco es demasiado anormal. Sólo que cuando llegas ante el juez, el fiscal querellante no aparece.

Hasta el mismo magistrado, sorprendido, tira de teléfono preguntando que pasa, pero nadie le sabe dar respuesta. Así que os toma declaración sin fiscal ni abogado. ¿He dicho ya lo de que es extraño?. A las dos horas aparece el firmante de la querella que dice que
él ha firmado, pero no suele acudir a tomar declaración, sino que lo hace el fiscla encargado
Bueno, la cosa se va complicando, pero eres filósofo y puedes entender que las cosas funcionan así. Has leído a Kafka y te empiezas a acojonar.

A ver, ¿dónde está el fiscal encargado? ¿Quién es? Pues resulta que se llama Rey ¡qué mal presagio! y está de vacaciones. Y sus casos se han repartido entre los otros cinco fiscales y no se sabe quién es el encargado.

¿Eres capaz de suponer algo así? Pues acaba de suceder. Y no se sabe como terminará.

Nosotros también lo comentamos en su momento. Nunca sucedió, nos dijeron en Enero. Pues fíjate como está terminando.

Eso sí, el libro de Lococo se va a vender como nunca. Todavía está buscando al fiscal para regalarle un ejemplar en agradecimiento.

2007-09-22 00:07 | Categoría: | Enlace permanente | Etiquetas: | Y dicen por ahí

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