Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa

Señores, desempolven los corazones, busquen una mirada cómplice a su alrededor y prepárense a llorar. Acérquense a esa compañera de la oficina a la que nunca se atrevieron a decirle nada y, como en el siglo pasado, susúrrenle al oído Déjame esta noche soñar contigo porque churritis pintureras como tú no tienen dueño. Conviértanse en defensores de causas perdidas, que es lo que fueron ustedes antes de convertirse en hombres grises. Para poder volver a tropezarse en la misma piedra, levántense de delante de esta puta pantalla que les sorbe la vida y plántense de una vez ante su pareja, esa Gilda con guantes de cocina a quien un día quisieron siempre y pídanle que se aclare, entérense de si entre ustedes esto va a ser de aquí a la eternidad o si no les quedan ya más que tres telediarios; si empezó la cuenta atrás o si deben de tachar otra fecha del calendario.

Y si no tienen el valor o la fuerza o el tiempo o la excusa necesaria, arrepiéntanse y sepan que se están perdiendo (otra vez) la oportunidad, sepan que por miedo se han rendido, que la vida les ha podido de nuevo. Sepan que quizás esta es la última ocasión que se les concede para tener un beso de esos