El sultán de un lejano país se había enterado de que su pueblo se estaba relajando en el cumplimiento de las leyes. A sus oídos había llegado que cada día se estaban cometiendo más adulterios. Decidió tomar cartas en el asunto y cortar las inmoralidades de un modo drástico: había que castigar a las adúlteras.El acertijo es antiquísimo. La redacción es de lista snark, donde lo discutieron hace cuatro años.
Contaba con un buen ayudante, un hombre que conocía con todo detalle cada uno de los movimientos de las gentes del pueblo. Su red de espías funcionaba a la perfección y pronto pudo averiguar el número exacto de adúlteras que había en el pueblo: 30.
Pero el sultán quiso probar la obediencia y la inteligencia de los hombres de su pueblo. En lugar de matar directamente a las adúlteras, hizo lo siguiente:
Reunió en asamblea a todos los hombres, solo los hombres, y les habló así:
- Tengo plena certeza de que hay muchas mujeres pecadoras en este pueblo. Más aún, sé exactamente quiénes son, pero en lugar de ejecutarlas yo mismo dejaré que me demostréis vuestra lealtad y que seáis vosotros mismos quienes hagáis justicia. El modo que he ideado os obligará, asimismo, a aguzar al máximo vuestra sagacidad. Sé que mi pueblo es inteligente y voy a cerciorarme. Si falláis, se os castigara con la muerte.
Los murmullos se sucedían por todas partes. Los hombres estaban inquietos y se preguntaban cuál podía ser el maquiavélico plan que el terrible sultán había urdido.
El sultán mandó callar y continuó:
- Diré a cada uno en particular el número de adúlteras que hay en el pueblo sin contar a su mujer. Os encerraréis en vuestras casas a meditar hasta el día en que el castigo esté consumado. Si sois lo bastante inteligentes, llegará un día en que sabréis con toda certeza si vuestra mujer es adúltera, y sólo mediante el razonamiento. Si lo es, ese mismo día, al caer la noche, le cortaréis la cabeza y la sacaréis a la puerta de vuestra casa, aquel que no cumpla mi mandato será reo de muerte.
Los días fueron pasando. El pueblo parecía desierto. Se respiraba en el aire la inmensa tensión de sus habitantes. Al cabo de treinta días, se cumplió la terrible sentencia. La mañana del día 30 fue un gran dolor. Aquella noche, treinta hombres se habían manchado de sangre las manos matando a sus mujeres. Las cabezas de las treinta adúlteras pudieron verse al amanecer, señalando la vergüenza y el luto del pueblo.
Podría el lector explicar... ¿cómo razonaron los hombres de este pueblo para saber si su mujer era adúltera?
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¿No es igual que el de unos monjes que no podían hablar ni tenían espejos ni nada, que enfermaban y la única señal era una yaga en la frente? |
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¡SPOILER!
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Un poco "salvaje", pero muy bueno, me ha gustado. |
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a mí me ha gustao #2 :) |
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Pero esta solución (#2) está bien para el último de los hombres que tuviera la duda... ¿y cómo lo supieron los demás? O no entendí nada... |
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No lo puedo resolver porque en lo único que puedo pensar es en que ellas no podían ser adúlteras solitas. Así que sólo se me ocurre que había 30 matrimonios y por lo tanto, todas las mujeres eran adúlteras. Pero entonces el Sultán sería el sultán de una aldea, y los hombres no habrían necesitado un mes para reflexionar. |
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lo mismo se acostaban todas con el sultán... (o con el soltero, con el tonto del pueblo, con el cura) |
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Guillermo: todos tenían la duda :) Él es siempre el último en saberlo :D |
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Que sean 30 días es un dato irrelevante.
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no para el monto de la solución :)
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Y los 30 adulteros? esos a llorar...menudo machismo, ayssss... |
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