Cambalache 3,14 - La vidriera irrespetuosa

Una amiga me ha mandado esto y le he pedido permiso para compartirlo con vosotros. Creo que merece la pena leerlo. Y pensarlo. Gracias, Lola.

Queridos todos, especialmente queridas todas:

Feliz Día Internacional de la Mujer.

Este año es el primero que lo celebro sin complejos. Es el primer año en que, aunque sin grandes alardes, reconozco que sí, que soy feminista, y que además no me avergüenzo de ello. Ya no, porque hoy he aprendido de una hija de campesinos, que antes de saber lo que era el feminismo, ya sentíamos muchas mujeres que aquello que vivimos de pequeñas no nos gustaba, que no era justo, que olía mal, aunque no fuéramos capaces de ponerle nombre. Las que creen que no lo sufrieron, pues mejor pa ellas.

Ayer aún dije a alguien “yo no soy feminista”, por lo de siempre, porque me daba reparo pertenecer a un grupo desprestigiado socialmente, a un grupo de personas al que “ellos” desprecian, vaya usted a saber por qué. “Ellos” que no tenían que guardar lutos, ellos que se iban al bar, que entraban y salían, que decidían, que se enfadaban si protestabas o peor aún, te ignoraban. Ellos que eran tu marido, tu padre, tu hermano, tu jefe... A veces hasta tus hijos... Ellos... A mí ya no, ya no me dejo, no colaboro.

Hoy asistí a la primera edición de los Premios Rosa Regás de Coeducación, en buena hora, y salí emocionada, tierna e ilusionada. Me vi reflejada humildemente en cada una de ellas, quise ser como ellas, valiente para decir lo que siempre pensé: que estoy harta de ser amable para que ellos me quieran, para que no se enfaden, para que no se duelan, para que no me tachen de feminista amargada, pa no ir al infierno de las marginadas.

Hoy me he dado cuenta de que mi feminismo no es amargo, de que no es una teoría, es un sentimiento, y es positivo. Sé que lo que quiero cambiar ayudará no sólo a mí, sino a los que me rodean. Y no, no quiero cambiarles a ellos, que ya son mayorcitos y sabrán lo que les conviene. Hoy quiero cambiarme a mí. Y empiezo ahora mismo proclamando que mi miedo se puede ir yendo a la mierda. Y si no se quiere ir, pues que venga, pero que no moleste.

Pues eso, que feliz día, feliz año y feliz vida. Ojalá alguna vez no lo necesitemos.

Si queréis más cositas sobre el tema, uno de los mejores sitios es el blog de un hombre bueno que ya no escribe sobre esto. Y también hay algo sobre Matemáticas y el día internacional de la mujer.

Feliz día, feliz año y feliz vida. Feliz vida.